miércoles, 10 de junio de 2020

¡SEÑORITA ESCARLATA, SEÑORITA ESCARLATA!


Retiran Lo que el viento se llevó por racista. HBO dice que la volverán a programar con una explicación para contextualizar la película. Se han bajado los pantalones ante la horda de la corrección política. Imagino que HBO, el canal que cambió el concepto de serie televisiva con Los Soprano, ahora tendrá que “contextualizar” la vida de Tony Soprano y los suyos porque puede herir la sensibilidad de los italoamericanos al asociarlos con estereotipos mafiosos y barriobajeros.

También deberíamos advertir que Casablanca es una patraña, pues durante la Segunda Guerra Mundial la ciudad en absoluto era como se representa. Y para los despistados es vital aclarar que a Hitler no lo mataron los Malditos Bastardos, que eso es una invención de Tarantino. Y ya que estamos, podríamos considerar a Eisenstein un apologeta del totalitarismo porque rodó Ivan, el Terrible, un ejercicio de propaganda al servicio de Stalin. De Leni Riefenstahl, ya ni hablamos...

Oigan, que a lo mejor hay que ponerle un cartelito explicativo a Toro Salvaje (porque el machista Robert de Niro le pega a su mujer), o a Resacón en Las Vegas (las drogas son malas), o las pelis de Nacho Vidal (porque follan fuera del matrimonio y al final ellas acaban de blanco sin pasar por el altar). A las de Meg Ryan, de esas tan edulcoradas que matarían a un diabético, mejor las prohibimos sin contemplaciones.

Los defensores de la neolibertad se erigen en censores del pasado. ¡Cómo si pudieran cambiar las cosas! Resultará que ellos y su prometeica mente nos impondrán lo que podemos ver y lo que no. Como dijo Rhett Butler: «Francamente, querida, me importa un bledo».


martes, 26 de mayo de 2020

BANDERA Y SUBVERSIÓN


Dice Evaristo Páramos que no es lo mismo ser transgresor que subversivo. El incombustible referente del punk patrio desde los tiempos de La Polla Records asegura que la diferencia es manifiesta. Como ejemplo cita a nuestra mitificada Movida —multicolor, tan eufórica y alegre como oscura y trágica—, una amalgama de artistas multidisciplinares que hicieron de la provocación una muestra de transgresión que aún hoy perdura en el imaginario colectivo. Pero sus integrantes no resultaban subversivos, no mostraban una manifiesta amenaza a lo establecido. Para eso ya teníamos aquello que se dio en llamar Rock Radical Vasco. Y razón no le falta, aunque no comparta del todo su afirmación. Cito a Evaristo, pues en los últimos meses hemos presenciado un fenómeno verdaderamente subversivo en nuestro país. La bandera española, la de todos, se ha convertido en un símbolo subversivo. Ello nos debería llevar a la pregunta de qué ha pasado para que la enseña nacional haya transmutado en un elemento de protesta.

La bandera nacional se halla por encima de ideologías políticas. Así es en otros países y así debería ser en cualquier estado democrático. Pero en este país, en el que la rojigualda ha sido proscrita de celebraciones y actos sociales, ha acabado adquiriendo ese rol primero transgresor y ahora definitivamente subversivo. Lucir los colores del país en una pulsera o llavero, en una camiseta, en una simple pegatina en el coche, convierte a la persona que los porta en un malvado fascista o, al menos, en sospechoso de serlo. Mostrar la bandera sólo se justifica para animar a la selección española de fútbol — la roja, para los cursis a los que se les irrita el paladar si pronuncian el nombre de nuestro país—. Por años se ha ocultado una bandera que, tímida, afloraba de vez en cuando en los actos de campaña electoral. Algunos han pretendido, mediante la exhaustiva repetición de la falacia, que la enseña es anacrónica, derechona, tan protofascista como postfascista o cualquier cosa que acabe en ista. La burla se ceba con el que la porta mediante la profusión de epítetos que van de lo más rancio y casposo a la descalificación y el insulto.

De la misma manera, los detractores de la bandera intentan asociarla con la tauromaquia, la caza, el consumo de carne, con cualquier cosa que ellos identifiquen con esa España profunda que desprecian y que sólo existe en su imaginación. Y todo acompañado siempre de coletillas y lugares comunes que, por desgracia, han llegado a calar en buena parte de los ciudadanos. Olvidan que tanto la rojigualda de hoy, como la del Águila de San Juan, como la tricolor republicana, como las versiones que estén por llegar son banderas de España. Y olvidan, también —o no quieren entender—, que España no es un invento de la Transición, ni de Franco, ni de la Segunda República, ni de cualquiera de los tiempos pretéritos. La entidad española no se define por sus gobernantes ni por el régimen, ni siquiera por la estructura política y territorial del momento. Así como una persona es la misma desde su alumbramiento a la vejez, España sigue siendo el mismo país por muchos vaivenes que nuestra azarosa historia reciente conlleve.

Y he ahí el valor simbólico de la bandera, sin nacionalismos ni chauvinismos, con la justa medida de patriotismo que cada uno quiera mostrar. La bandera no es un trapo de colores, no es una enseña de nada ni de nadie. Ni siquiera es la insignia de un territorio. Todos y cada uno de nosotros, los individuos, los españoles, formamos parte de ella. Todos y cada uno de nosotros somos un pedacito de tela. Nadie está obligado a sentirse más o menos español, y a nadie se le puede exigir que lo sea. Y es por ello que a nadie se le puede impedir lo contrario.

Lo contrario… Ahí reside el recién adquirido valor subversivo de la bandera española. Son cada vez más los que se han cansado de ser insultados porque no son veganos, por defender la igualdad jurídica de hombres y mujeres, por defender la vida de los nonatos, por querer elegir la educación de sus hijos, por salir a cazar o pescar, por algo tan sencillo como discrepar de la corriente única del pensamiento políticamente correcto que oprime, asfixia y pesa como un yunque en el pecho. Miles de españoles lucen la bandera porque están hartos de ser vilipendiados y teledirigidos. Y ello no les convierte en una masa homogénea. No, son personas, individuos, cada uno con sus ideas. Acertadas o no, qué importa, quién lo puede juzgar. Son libres. Son únicos. Y esa independencia personal, ese libre pensamiento resulta subversivo, la mayor amenaza para los que imponen lo monocolor, la simplificación y la reducción de las ideas.

Los temerosos de que la opinión y la pluralidad no se dobleguen ante el pensamiento uniforme censuran la «apropiación de la bandera». Pero no la lucen, no, prefieren mantenerse alejados, pues les produce urticaria. Están en su derecho. Nadie les obliga a mostrarla. Nadie nos puede prohibir u obligar a mostrar los colores, cada uno en la forma que considere. En estos tiempos de democracia impostada, la transgresión absoluta es pensar lo que uno quiera aún a riesgo de, como decía Orwell, te acusen de crimental. Hoy, la bandera española es la mayor muestra de transgresión. No hay nada más punk.

miércoles, 20 de mayo de 2020

SINOPSIS Y NOTA DE PRENSA DE "EL LEÑADOR BAJO EL CIELO PÚRPURA"


Nicolás es el Leñador. Secuestra a mujeres para violarlas, torturarlas, descuartizarlas y devorarlas, no siempre en ese orden. Lucía está enamorada de Nicolás, cree que sus aberraciones son obras de arte. A Heidi le han encargado asesinar a Nicolás. Lina está dispuesta a hacer lo que sea para que Nicolás no acabe con ella. Héctor quiere matar a todos los que tengan algo que ver con los crímenes del Leñador.

El Leñador bajo el cielo púrpura es la novela de Eduardo de la Fuente en la que lleva al lector al límite de los convencionalismos establecidos. En su ejercicio literario más arriesgado hasta la fecha, sumerge a aquellos que se atrevan a leer el libro en una frenética vorágine de sexo, violencia y autodestrucción.

Sólo los lectores de paladar curtido y estómago de cabra llegarán al final para descubrir si la vida es más fuerte que la muerte.




Aquí puedes descargar el dossier de prensa

SINOPSIS Y NOTA DE PRENSA DE “ANA Y EL HERMANO DEL ENTERRADOR”

Ana cree que está gafada. A punto de cumplir los treinta, su novio la ha dejado a tres semanas de la boda, la han despedido del trabajo y, por si fuera poco, ha perdido su anillo de compromiso, con lo que necesitaba empeñarlo para conseguir un poco de dinero. No desea más que un empleo estable y un hombre normal con el que llevar una vida convencional.

​Lejos de darse por vencida, se empeña en conseguir un trabajo esquivando ofertas de becaria y demás humillaciones para dar con su hombre ideal. Mientras tanto, una antigua amiga de la universidad, la explosiva pelirroja Pepita, aterriza en su casa para quedarse a vivir con ella.

​Ana conoce al extraño Benito. Superdotado e hiperactivo, es un desastre, pero noble y alcahueta. Se empeña en que conozca a su hermano, un reconocido tanatopractor, a lo que Ana se niega.

 Amor, humor, telebasura y tanatoplastia se suceden en un año de la vida de Ana.

Aquí puedes descargar el dossier para prensa.

BOOKTRAILER EL LEÑADOR BAJO EL CIELO PÚRPURA


BOOKTRAILER ANA Y EL HERMANO DEL ENTERRADOR


6 NOVELAS 6 QUE VALE LA PENA LEER